Ayer al despertar,
me descubrí tan vestida y ornamentada
que sentí miedo de la vida, y hoy,
al amanecer desnuda y sin abrazo,
comprendí que abrazo ni ornamento mitigan éste vacío...
desde entonces decidí cubrirme solo con el eco de la voz
que más dulcemente
pronunció mi nombre...la mía!
ése día y solo ése, dejé de sentir temor a las ausencias,
ésas que aún asidas de la mano,
asesinan lentamente con tanta indiferencia...
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